Días mesuradamente agradables, absolutamente llevaderos, pasables y tibios, de un señor descontento; días sin dolores especiales, sin preocupaciones especiales, sin verdadero desaliento y sin desesperanza; días en los cuales puede meditarse objetivamente, sin agitaciones ni miedos, hasta la cuestión de si no sera momento de seguir el ejemplo del célebre autor de los Estudios y sufrir un accidente al afeitarse.
Hermann Hesse